Finca El Bebedero (1948-1950)
El Bebedero
Cora contaba que había sido ella quien compró el
rancho del Bebedero. Era un terreno ubicado cerca de Tlayacapan, en Morelos: “Desde el rancho se caminaba hasta Tlayacapan, que estaba al
otro lado del cerro, y así se evitaba el rodeo que daba la
carretera”. Don Atilano era el dueño del rancho, “el compadre Atilano”, que en
su juventud había andado con Zapata, Cora sentía mucha admiración hacia él.
“Don Atilano tenía una casa bien construida, pero era
muy modesta, con el piso de tierra. Me encantaba ir a su rancho a hablar con
él. Me vendió una parte de su terreno a pesar de que no quería vender a nadie
que no conociera, nos hicimos muy amigos. El día que fuimos a Cuautla a
arreglar los papeles del Bebedero, en vez de vestirse de la forma tradicional, con pantalones de algodón como siempre hacía, se puso unos pantalones de
mezclilla, cuando volvimos por la tarde le vi triste, parecía enfermo. Al día
siguiente me enteré que estaba con calentura en la cama, su mujer me dijo que
todo había sido por causa de esos ‘pantalones de gringos’, el pobre don Atilano
no pudo soportar el roce que le habían hecho en los testículos los pantalones
de mezclilla.”
Como Cora era extranjera los papeles del
Bebedero se pusieron a nombre de Coni Zinser, que era su vecina en la calle
Escondida, de Coyoacán, donde Cora vivía antes de trasladarse a Morelos. Cora
dice que Coni estaba casada con el editor del periódico Excelsior.
“Coni era una mujer muy desagradable en
su relación con la servidumbre, los trataba fatal, estaban obligados a
esperarla despiertos, para abrirle la puerta del garaje cuando ella regresaba
pasadas las dos de la madrugada de sus partidas de canasta. Tenía un hijo que
era un déspota, pegaba patadas a la cocinera, que era una mujer mayor que tenía
las piernas llenas de varices."
Kate Walsh, su amiga inglesa, iba a
visitarla a menudo, pasaba temporadas con ella y con Fredy. Cora trabajaba en el rancho con
agroindustrias, criaba pollos con los alimentos que le daban en la
empresa Purina. En las fotos se pueden ver las jaulas de engorde. Cora cuenta
que viajó a Estados Unidos para visitar granjas experimentales que la empresa
tenía allá.
“No recuerdo cómo contacté a los de Purina, creo que fue en el DF, sólo sé que buscaban a alguien para
experimentar con alimentos preparados y para mí era una manera de ganarme la
vida. Llevaba un control estricto de todo, pesaba los huevos, anotaba todo,
hubo buenos resultados, no me pagaban, pero yo comercializaba todos los
productos derivados de la explotación, era un trabajo muy científico.”
En el rancho vivían una pareja de
indígenas con sus hijos que trabajaban para ella, Cora cuenta que también Fredy
la ayudaba.
Cuando Fredy se fue a Guatemala, Cora
tuvo que ir a Texas a causa de sus papeles, fue un viaje que resultó caótico
pues Cora tuvo dificultades para volver a entrar en México a causa de que su pasaporte
no estaba en regla. Al regresar quiso volver a El Bebedero,
pero se encontró con que el rancho había sido vendido, se instaló en la ciudad de México.
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